Javier
Pulido ha resultado más útil de lo que imaginaba. Cierto es que no suelo
esperar mucho de nadie, pero este es uno de los casos en que me alegra haberme
equivocado. Su única misión, de momento, consiste en vigilar los pasos de Reus,
mi secretaria, a fin de averiguar si está asociada con José María en esto. Y
debo reconocer que ha cumplido con creces.
Javier
ha logrado colarse en su casa, mientras ella se encontraba en La Torre. Ha
fotografiado algunos documentos que encontró en un cajón de su escritorio.
Cuentas corrientes, informes de inversiones, escrituras… Todo ello relacionado
con mis negocios. Nada anormal, ya que ese es su trabajo, salvo que no deberían
estar allí, sino en algún archivo de su despacho. Por otra parte, sus cuentas
están limpias, lo que podría significar que no ha recibido ningún pago
sospechoso. Se ha ocupado de comprobarlo un amigo de Roberto, una especie de
genio informático adolescente llamado Jokin al que una vez detuvo por traficar
con pederastas a los que surtía de abundante material pornográfico.
-Es
un friki y un antisocial, pero es bueno en lo suyo. Una vez hackeó los archivos
confidenciales de un hospital de Madrid por pura diversión –me ha confiado
Roberto.
Mi
chófer, por su parte, se ha encargado de vigilar a José María. Le ha pinchado
los teléfonos de su despacho y ha colocado un micrófono debajo de su mesa,
aprovechando un descuido de la mujer de la limpieza. Dice que ha tenido que
“embaucarla”, según sus propias palabras. No puedo imaginarme a Roberto
tratando de seducir a una mujer; mi imaginación también tiene sus límites.
Ahora
podemos escuchar todo lo que se dice en ese despacho, y los resultados no
pueden ser más satisfactorios: dos días después de la incursión de Roberto
confirmamos que Espronceda está en comunicación con la organización de Simon
Rothko. Por desgracia, solo podemos escuchar su parte de conversación, ya que
la llamada se realiza a su teléfono móvil. Es evidente que no iban a utilizar
el arcaico modelo de Telefónica que todavía conserva sobre su mesa, como si de
una reliquia se tratase:
“Hola”
(saluda en ruso… ignoraba que dominara ese idioma. Por lo visto lleva planeando
la operación más tiempo del que imaginaba).
“De
momento, todo bien. Los activos se transfirieron ayer” … “No hay problema” …
“No, todavía no lo he encontrado, pero tenía una secretaria que aún trabaja
aquí, quizá ella sepa algo” … “Le preguntaré” … “Sí, hoy mismo”.
Cuando
termina la llamada, Roberto y Javier me miran con aire interrogativo.
-Es
obvio que está buscando mis credenciales para hacerse con la parte del negocio
que tengo radicado en América. Pero pierde el tiempo, ni siquiera Reus tiene
acceso a ellas. –No es totalmente cierto, aunque ella ignora todo lo
relacionado con Salazar & Co, sí
que tiene en su poder la llave para hacerme con el control. En concreto, una
identidad. Mi verdadera identidad.
Solo
Ángel Salazar Ugarte puede hacerlo, y eso significa que debe regresar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario