domingo, 21 de julio de 2024

Capítulo 40. Ángel Salazar debe regresar

 




Javier Pulido ha resultado más útil de lo que imaginaba. Cierto es que no suelo esperar mucho de nadie, pero este es uno de los casos en que me alegra haberme equivocado. Su única misión, de momento, consiste en vigilar los pasos de Reus, mi secretaria, a fin de averiguar si está asociada con José María en esto. Y debo reconocer que ha cumplido con creces.

Javier ha logrado colarse en su casa, mientras ella se encontraba en La Torre. Ha fotografiado algunos documentos que encontró en un cajón de su escritorio. Cuentas corrientes, informes de inversiones, escrituras… Todo ello relacionado con mis negocios. Nada anormal, ya que ese es su trabajo, salvo que no deberían estar allí, sino en algún archivo de su despacho. Por otra parte, sus cuentas están limpias, lo que podría significar que no ha recibido ningún pago sospechoso. Se ha ocupado de comprobarlo un amigo de Roberto, una especie de genio informático adolescente llamado Jokin al que una vez detuvo por traficar con pederastas a los que surtía de abundante material pornográfico.

-Es un friki y un antisocial, pero es bueno en lo suyo. Una vez hackeó los archivos confidenciales de un hospital de Madrid por pura diversión –me ha confiado Roberto.

Mi chófer, por su parte, se ha encargado de vigilar a José María. Le ha pinchado los teléfonos de su despacho y ha colocado un micrófono debajo de su mesa, aprovechando un descuido de la mujer de la limpieza. Dice que ha tenido que “embaucarla”, según sus propias palabras. No puedo imaginarme a Roberto tratando de seducir a una mujer; mi imaginación también tiene sus límites.

Ahora podemos escuchar todo lo que se dice en ese despacho, y los resultados no pueden ser más satisfactorios: dos días después de la incursión de Roberto confirmamos que Espronceda está en comunicación con la organización de Simon Rothko. Por desgracia, solo podemos escuchar su parte de conversación, ya que la llamada se realiza a su teléfono móvil. Es evidente que no iban a utilizar el arcaico modelo de Telefónica que todavía conserva sobre su mesa, como si de una reliquia se tratase:

“Hola” (saluda en ruso… ignoraba que dominara ese idioma. Por lo visto lleva planeando la operación más tiempo del que imaginaba).

“De momento, todo bien. Los activos se transfirieron ayer” … “No hay problema” … “No, todavía no lo he encontrado, pero tenía una secretaria que aún trabaja aquí, quizá ella sepa algo” … “Le preguntaré” … “Sí, hoy mismo”.

Cuando termina la llamada, Roberto y Javier me miran con aire interrogativo.

-Es obvio que está buscando mis credenciales para hacerse con la parte del negocio que tengo radicado en América. Pero pierde el tiempo, ni siquiera Reus tiene acceso a ellas. –No es totalmente cierto, aunque ella ignora todo lo relacionado con Salazar & Co, sí que tiene en su poder la llave para hacerme con el control. En concreto, una identidad. Mi verdadera identidad.

Solo Ángel Salazar Ugarte puede hacerlo, y eso significa que debe regresar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Capítulo 47. Un nuevo comienzo

  Han transcurrido dos semanas desde que mantuve mi última charla con José María. En este tiempo no se han producido grandes acontecimientos...